domingo, 14 de junio de 2009

Histórica toma de posesión

Luis González*

Los salvadoreños y salvadoreñas hemos vivido –y estamos viviendo— en estos días experiencias inéditas. Todo comenzó con los resultados electorales del 15 de marzo pasado, cuando la izquierda aglutinada en el FMLN le arrebató el control del Ejecutivo a ARENA, que había hegemonizado el poder político –en alianza con el PDC y el PCN— durante las dos últimas décadas. Por primera en la historia de El Salvador, un partido de izquierda, expresamente identificado como tal, ganaba las elecciones presidenciales y la derecha reconocía ese triunfo de manera casi inmediata.

El 1 de junio se cerró con broche de oro lo que ya se había iniciado el 15 de marzo: la conquista del Ejecutivo por un gobierno de izquierda. Más allá de las discrepancias que han surgido –y que seguramente seguirán surgiendo— en torno a asuntos relativos a la nueva conducción gubernamental, lo que no hay que perder de vista es que, con el nombramiento oficial de Mauricio Funes como presidente de la República, un nuevo ciclo socio-político se ha iniciado en El Salvador.

Y el presidente Funes será, de aquí en adelante, un referente obligado para ir midiéndole el pulso a las transformaciones que se irán gestando en el país.

El presidente debe saber que no está solo. Además de sus colaboradores cercanos, debe saber que cuenta con el respaldo de su partido, de los sectores sociales vinculados o cercanos al FMLN, de los profesionales comprometidos con los cambios que la sociedad salvadoreña reclama y de la intelectualidad crítica. Porque una cosa debe ser clara: las diferencias que pueda haber en temas puntuales no deben socavar la capacidad de gobierno de Mauricio Funes y su equipo, porque si esto se hiciera el gran perjudicado sería el pueblo salvadoreño.

El nuevo ciclo socio-político que se ha iniciado formalmente este 1 de junio requiere del esfuerzo compartido –cada cual desde su trinchera particular— para que los cambios que el país reclama con urgencia se vayan concretando de la mejor manera posible. Este es el consenso que debe reinar entre los sectores progresistas de El Salvador, para no facilitarle a la derecha empresarial, mediática y política sus maniobras y manipulaciones encaminadas a bloquear y a sabotear el desempeño del nuevo gobierno.

La derecha ya ha comenzado a atacar por diferentes flancos y lo seguirá haciendo. Para comenzar, lo que menos le gustado es que el presidente Funes hablara de la herencia de corrupción dejada por ARENA. Hay quienes, desde los algunos medios de comunicación –y dejando de lado la “neutralidad” de la que tanto de habían ufanado— piden al presidente que demuestre de cuál corrupción está hablando.

A estas personas –que por supuesto deberían saberlo— hay que recordarles el desfalco de ANDA y el desfalco del ISSS, sólo para mencionar dos casos de corrupción de los cuales todo el mundo se dio cuenta.

Como quiera que sea –y les guste o no a la derecha y a sus aliados en los espacios mediáticos— el 1 de junio recién pasado fue histórico. A partir de ese día se anuncian de cambios importantes –largamente esperados— para el pueblo salvadoreño. Hay motivos de sobra para la alegría popular; hay motivos de sobra para confiar en que las cosas no seguirán siendo como siempre han sido.

Desde este espacio saludamos al presidente de la República, Mauricio Funes, y a su vicepresidente, Salvador Sánchez Cerén; al equipo de gobierno y al FMLN, a quienes les deseamos los mejores éxitos en el desempeño de sus responsabilidades en la conducción de El Salvador desde el Ejecutivo.

Politólogo(*)

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