viernes, 11 de septiembre de 2009

A propósito de la división gobierno-FMLN

Luis Armando González*

Con motivo de los primeros 100 días del gobierno de Mauricio Funes ha cobrado vigencia, en el debate público, el espinoso tema de la división existente entre el gobierno de Mauricio Funes y el FMLN.

Es indiscutible que ya desde la campaña –una vez que Funes fue proclamado como candidato efemelenista— algunos sectores de la derecha política y mediática se propusieron explotar la tesis de la mencionada división con la intención de debilitar el acuerdo entre ambos actores políticos.

Para esos sectores, defender la tesis de la división entre el gobierno de Funes y el FMLN ha significado ver la relación entre ambos como una relación de oposición e incluso de lucha. ¿Qué es lo que alimenta esa percepción? ¿No es más que una creación de la derecha política y mediática?

Para comenzar –al margen de las intenciones de la derecha— hay que reconocer que en el bloque socio-político que permitió el triunfo de Mauricio Funes hay diferentes sectores e intereses.

Básicamente, se pueden identificar tres: el FMLN, Mauricio Funes (y las personas cercanas a por vínculos familiares o de amistad) y los “amigos de Mauricio”, que a su vez no formaban un grupo homogéneo, pues en el mismo se podía identificar a un segmento de élite (empresarios, políticos y militares) y a la base del movimiento.

Esta gama de grupos e intereses –más el respaldo de quienes no se vincularon orgánicamente a alguno de ellos— fue la que permitió el triunfo de Funes. Sin duda, el aporte más sustantivo fue el del FMLN, que estaba llamado a convertirse, después de la victoria electoral, en partido de gobierno. Pero Funes sabía que no podía dejar de lado a ese otro sector que lo apoyó y con el cual se establecieron compromisos: los amigos de Mauricio, especialmente su sector dirigente.

En estos 100 días, el gobierno de Funes ha estado siendo tironeado internamente por estos grupos e intereses, a los cuales ha buscado conciliar, para asegurar la mínima solidez política en su capacidad de gobernar. Cabe sospechar que esa conciliación de intereses diversos no ha dado los mejores frutos de cara al peso y a la importancia de uno de los principales soportes de Funes: el FMLN.

Y es que si bien en el FMLN se sabía de antemano, de ganar Funes, que éste no se iba a volcar al partido –y que el partido no tendría una presencia predominante en el gobierno—, lo que no estaba en su agenda era que el nuevo presidente iba a optar por encumbrar a posiciones clave en el aparato gubernamental a figuras del movimiento amigos de Mauricio cercanas a –o procedentes de— la derecha.

Hay quienes presumen que Funes ha fracasado en su esfuerzo de conciliar los intereses encontrados que lo llevaron al Ejecutivo y que la alianza pactada en ese entonces se ha quebrado. Es posible que las cosas sean así. Pero también es posible que la situación no sea tan grave y que lo que esté sucediendo es que las distintas piezas del gobierno no hayan encajado del todo en estos 100 días.


(*) Politólogo

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