viernes, 5 de junio de 2009

Contra las visiones tecnocráticas

Luis González (*)
Las administraciones de ARENA, a tono con la concepción neoliberal que sostiene que la economía no tiene nada que ver con la política y que los problemas económicos deben ser resueltos por “expertos”, “técnicos” y “especialistas”, rodearon sus ejercicios de gobierno con profesionales de las ciencias económicas que contaban en su haber con las mejores credenciales.

No es cierto que a ARENA le hayan sido ajenos los asesores económicos sin currículos sólidos, desde un punto de vista tecno-científico. Especialistas en finanzas, política comercial, política fiscal, gestión empresarial y bolsa de valores; gestores de riesgo, expertos en modelos econométricos… Cuadros formados en estas y otras áreas no fueron ajenos a ARENA, que los incorporó directamente al gobierno, en cargos que no siempre eran visibles, o que lo apoyaron desde instituciones nacionales –como FUSADES—, regionales –como el INCAE— o internacionales –como el BID o el Banco Mundial— que los tenían trabajando en ellas.

Los gobiernos de ARENA –junto con la derecha empresarial y la derecha mediática—, pusieron en boga en estas tierras la tesis del experto económico al cual hay que confiarle la solución de los problemas. Y es que el experto, además de saber mejor que nadie –sus títulos, formación y publicaciones técnicas así lo comprueban—, no tiene compromisos políticos ni intereses particulares que defender. Es, como técnico, neutral en temas políticos. Por tanto, su “neutralidad” es la mejor garantía no sólo de su objetividad, sino de la seriedad y rigor de sus soluciones, recomendaciones y propuestas.

En la práctica, lo curioso era que esas soluciones, recomendaciones y propuestas siempre terminaban por favorecer a un puñado de empresarios y por reforzar el esquema neoliberal prevaleciente. O sea, estos especialistas “neutrales” y “objetivos” estaban al servicio –con todo su saber técnico— de intereses particulares. En el fondo, todo era un gran engaño en el que quizás algunos de los economistas-técnicos cayeron: su ejercicio técnico-económico era parte de un proyecto político-económico más amplio, al cual ellos (y ellas) servían. Un proyecto neoliberal de derecha.

De tal suerte que el cuento de los economistas-técnicos-neutrales es sólo eso: un cuento inventado por la derecha neoliberal, al cual muchos economistas se plegaron, creyéndose la ficción de su superioridad científica sobre cualquier otra académico o académica. Fue concibiéndose así como la sirvieron. No es ese el economista (ni el profesional de las ciencias sociales) requerido por un proyecto de cambio social en función de las mayorías, sino uno que comparta y haga suyas las exigencias políticas de ese proyecto. Este es el mejor rasero para medir la ideoneidad de los y las integrantes del gabinete del nuevo gobierno.

Lo anterior supone superar las visiones tecnocráticas –esas que terminan en una casi idolatría del especialista— por una visión política expresamente asumida.

(*) Politólogo

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